Con el anhelo en el cielo y los pies en la tierra. Equilibrio de quien espera activamente. Las cosas más sublimes dentro de las cotidianas y pequeñas. El corazón abierto y la mirada clara, las manos a punto para prepararse para la visita de la vida, las visitas de la vida. A mitad del Adviento, saber que esperar del cielo es trabajar la tierra con alegría, esperar también cuando es de noche y preparar la casa sagrada que somos para recibir aquello que nos hace trascender nuestras pequeñeces.

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