En los momentos convulsos que aferramos a viejas estructuras y a desfasadas recetas, a menudo no sabemos qué cara poner ante una realidad que se desmonta tal como nos lo habíamos construido. Es el momento de la espera activa, de sostener la incertidumbre e ir aclarando las ideas y tomando las responsabilidades personales y comunitarias que nos toquen, ni más ni menos.
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Invocamos a la suerte en un día de lotería como hoy, con la idea de que una barita mágica nos conceda nuestros deseos, inclinando la balanza de la probabilidad a nuestro favor. Pero la prosperidad es también una actitud. Leí una vez que el derrochador está más cerca de dios que el avaro. La prosperidad tiene mucho que ver con vivir agradecidos, con reconocer la abundancia de dones con que la vida nos acompaña, en sentir, íntimamente, la alegría de compartir generosamente, lo mucho y lo poco, lo material y la esencia de quienes somos… y la prosperidad llega. (felicidades, si os toca la loteria… y FELICIDAD si no)
