soplan vientos de cambio
y no me dejo llevar por la marea dominante de negatividad e impotencia. El discurso oficial sobre la crisis nos hace creer que esta «crisis» es una nube tóxica que nos alcanza como un castigo del que no podemos escapar. Estructuras caducas se desintegran sin que veamos cuales son las nuevas. Y esto se concreta en la opresión de lo económico sobre nuestra vida, y la respiración se nos corta . Siento que debemos ser valientes y pacientes de manera activa. Prepararnos «por dentro y desde dentro» para sostener la incertidumbre sin que la impotencia nos paralice o deprima. Meditar, descansar, rezar, pasear… algo sencillo que nos ayude a conectar con nuestro ser interior. Y estar muy atentos a las flores en el desierto, aquellas iniciativas creativas y rompedoras, sostenidas por la lógica aplastante del dos y dos son cuatro: plataformas de afectados por las hipotecas, consumidores responsables, gestos de compartir… el poder está dentro de los que creen en él y en el propio impulso imparable del la vida soberana.
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