El corazón con miedo de latir:
Por demasiado fuerte, o por demasiado débil.
Entre el grito estremecedor y el silencio frío, helado,
Tanto dolor!
Y entonces -nunca sabrás cómo ha llegado aquí,
Ni de donde ha salido-
La confianza se asoma.
Desafiante, diríamos,
Si no fuera por el sublime arte de la humildad, que la escolta.
Allí, de pie,
Entera, serena, cálida.
Como la vida misma.
Allí, radical.
Innegociable.