A mis hermanas
Me conmueve verme y sentirme Nosotras, en femenino y en plural. Mujer entre mujeres, una de nosotras. Ahí conecto con una fuerza serena y una ternura inmensa. Una verdad clara. Porque cuando nos conectamos unas con otras, en esa compañía que no juzga, podemos levantar la cara, mostrar el rostro en cualquier momento: lleno de lágrimas o de mocos, de sensibilidad, de miedo o de vergüenza, de risa desternillante o de rabia contenida o desbocada y saber que nunca volveremos a estar solas. Que apartarnos, culparnos, ningunearnos o escondernos, ya no serán más lo que ahonde y perpetúe nuestras heridas. Hay que salir con la cara al aire.
Nuestro cuerpo retoma, en compañía de nuestras hermanas, la fuerza de nuestros muslos, la vitalidad de nuestra sexo, la certeza de nuestro vientre, la compasión del corazón y la claridad de nuestra mente. Una mirada limpia y limpiadora de dolores, primero los propios y luego los ajenos. Dime, hermana, donde estuviste, que te había perdido? Desde el origen de los tiempos, te he buscado. Bienvenida.
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