El instante dura por siempre

La respiración, centro placentero de la existencia.

Como las olas del mar en calma
Que acunan la posidonia
Que la luz alimenta,
para alimentar a los peces que nadan.

En el fondo marino, donde la luz no llega,
El silencio del espacio sideral.

Tú, hombre, mujer, cauce del cosmos
Fluyendo sin inicio ni fin.

El crepitar del fuego
Acoge el ruido y el dolor de la existencia
Y la miel, otras lágrimas,
Se derrama como una bendición
endulzando tu cabello
hasta convertirte en antorcha encendida
en medio de la nada.

¡Ínfima finitud!
El instante dura por siempre

Amén.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *