A paso lento,
Pisa fuerte
O ligero.
Pies al suelo.
Suelo pélvico,
Entrañas doloridas,
Lágrimas retenidas.
Pisa suelo.
Dame tu mano,
Abrázame con tu silencio,
Recoge el odio,
El menosprecio.
Date un mimo,
Cambia el cuento.
Te cuento
Lo que sabes.
Te tienta
Lo que sientes.
Admírate,
¡Bendito cuerpo!
Báñate en sándalo,
Que el fuego
Agriete el hielo,
Que la luz salga
De adentro.
O que entre
Y te despeine,
Como el viento.
Te entiendo.
Te acaricio
Y te encuentro
Sin secretos,
Con amores,
Risas, llantos,
Tristezas y consuelos.
Pisa suelo.
Date vuelo.

Te miro y me veo

Anna Ferre

La curva de la sexualidad 4.7.2021

El aire eriza la piel del agua.
Ella no se pierde, se reconoce en su inmensidad.
El sol ahora la acaricia tímidamente
tras el velo de nubes, que no alcanzan a serlo.
Suena, majestuosa, al tocar la orilla.
Mar adentro atemoriza los barcos rugiendo
Extraño baile, este baile entre el agua y el viento

La respiración, centro placentero de la existencia.

Como las olas del mar en calma
Que acunan la posidonia
Que la luz alimenta,
para alimentar a los peces que nadan.

En el fondo marino, donde la luz no llega,
El silencio del espacio sideral.

Tú, hombre, mujer, cauce del cosmos
Fluyendo sin inicio ni fin.

El crepitar del fuego
Acoge el ruido y el dolor de la existencia
Y la miel, otras lágrimas,
Se derrama como una bendición
endulzando tu cabello
hasta convertirte en antorcha encendida
en medio de la nada.

¡Ínfima finitud!
El instante dura por siempre

Amén.

Todos tenemos un lugar
en el corazón de alguien.
Todos dejamos alguna huella,
todos infligimos alguna herida.
Todos somos un abrazo
y también un ruido.
Destino o fortuna
flotando entre nubes.
Y en la nieve blanca
uno juega y otro teme,
uno descansa,
otro, sin techo, se duele
Mi corazón es uno.
y si escucho, lo oigo latir…
a veces, incluso,
latir tranquilo.

Sentir más,
correr menos;
Mirar mas profundo,
detener el ruido;

Escuchar lo no dicho,
ver lo escondido;
Romper redes de oro,
hilar tribu con hilo fino.

Llorar con pasión,
reír con tesón,
amar despacio,
querer sin gula.

Temer con respeto,
dudar con humildad
Tocarse y abrazarse tranquilos
Besarse nerviosos

Cocinar con gusto,
Envidiar… lo justo.
Buscar justicia
En la que quepamos todos

Peinar las hojas,
Danzar el viento,
Tomar la sombra de la mano
Sin salir corriendo

Hundir las raíces
Tomar a sorbitos el cielo
Que el frío nos hiberne
Y el calor nos deshiele.

Seamos juntos,
entre todos, sin pertenecerse.
Ser, solo eso,
ser lo que somos.

Lo que ha de ser dicho
No se puede callar
La luz no ilumina bajo la cama
El grito no suena, ahogado

Lo que ha de ser dicho, se dirá.
Será hoy, o será mañana
Que madure el tiempo,
es solo lo que hay que esperar.

Que retruene o que susurre,
lo que ha de ser dicho se dirá

Cuando la luz suene
El corazón podrá estallar
Y entre sangre y pétalos
Saldrá

Del fuego de la tierra,
De la ola del mar,
De nuevo, arriba,
nacerá.

(Desde y para todas las mujeres sin voz)

Cuando no sé qué pensar,

cuando se me acerca sigilosamente el desánimo,
Cuando querría hablar
Pero no alcanzo a articular a una corazón, tripas y mente

me gusta mirar lejos.
Todo agua, o todo verde o todo cielo.

Tan lejos, que llego a tocar
Con la punta de las alas que no tengo
La piel más fina y sabia
Que envuelve cuidadosamente lo más cercano a mi misma que poseo.
Y ahí, calma frente al abismo,
Cierro los ojos para escuchar mejor.
Descanso, en tregua, y voy llegando.

 

¿Estaremos aún a tiempo
De volver a hundir las raíces en la tierra
Y poder respirar?

¿Recordaremos la magia de como el trigo deviene pan?

Olería campos y también sudores,
Bebería agua saboreando con gusto sus sinsabores

¿Llegaremos a tiempo para descansar el cuerpo
Y disfrutar de lo vivido?
¿Y despertar lo dormido?
¿Y temer lo prohibido y, aun así,
Salir a navegar?

Será tiempo de cuidar, de lo propio y de lo ajeno,
darle mimo para que la piel vuelva a recordar?

(reflexiones en tiempos de covid)

Cuando, exhausta,
puedo sentir la impotencia
de mi batalla perdida
Busco refugio en un abrazo que me ampare

Busco un abrazo fuerte
Que contenga mi furia inútil.
Y cuando, agotada, emerge la tristeza,
Busco el acune
en el regazo de la madre universal y eterna

No hay consuelo para la existencia.
Y al final, desorientada
Solo el abrazo de la inocencia
me encuentra.
Extrañamente, su fragilidad pura
Me consuela.

Es como si supiera entonces
que puedo rendirme
En algún lugar
Mucho más allá de mis pretendidas fuerzas.

Lo que me asusta es vivir
Salir del nido que me recoge
confinando mis miedos

Lo que me asusta es elegir

entre el riesgo de vivir

y la seguridad de hacer como que vivo;

Y sigo y sigo luchando
Contra la injusticia de un mundo entero
y en la lucha oculto el miedo

Sonrío mientras me adelanto
a posibles riesgos con la falsa fuerza
de viejos ejércitos

Lo veo, y no me rindo,
En mi más tierna inocencia me digo
¡Antes morir que haber vivido!

Lo que me asusta es vivir
una vida que me viene grande,
Que por grande la adoro y por grande la temo

Creí que la vida era mía
con lo que tomo y lo que dejo
pero la vida me vive… solo eso.