A Mònica i Maria

saber que hay muchas realidades vividas en paralelo, niveles de realidad intuidos, vividos… una certeza que a ratos se escapa entre los dedos como el agua y a ratos es luminosa como el sol de mediodía. Entrar y salir, buscar la puerta, mirar tímidament por la cerradura lo que vibra en las células y la mente no entiende… una puerta… dejar que la puerta me encuentre. Esperar guiada por intensos instantes efímeros de conexión y clarividencia.

Con el anhelo en el cielo y los pies en la tierra. Equilibrio de quien espera activamente. Las cosas más sublimes dentro de las cotidianas y pequeñas. El corazón abierto y la mirada clara, las manos a punto para prepararse para la visita de la vida, las visitas de la vida. A mitad del Adviento, saber que esperar del cielo es trabajar la tierra con alegría, esperar también cuando es de noche y preparar la casa sagrada que somos para recibir aquello que nos hace trascender nuestras pequeñeces.


«Quand le mystère est trop impressionant, on n’ose pas desobéir»
(Le Petit Prince) Sólo la confianza y una humildad profunda nos empujan a adentrarnos en el misterio… y de un lugar desconocido en nosotros surge una obediencia asombrada y una fuerza y una certeza que no sabíamos que estaban allí.