Rojo, verde, gris
Qué rojo tan rojo,
para un campo tan verde.
Qué verde tan verde,
por un cielo tan gris.
Sobreviene, tímida, una alegría;
se esparce, despistada, la serenidad
¿Ahora? ¿con fondo de tormenta?
¡Si huele a tierra húmeda de llanto!
Valiente, la alegría,
estalla fuera de tono.
Imperturbable, la calma se mece
cuando retumba cerca el trueno
“¡Que sea, que sea!
¿Quién recogerá el aguacero, si no?”
Canta la amapola,
emborrachada de color
El verde sabe que el agua, si no le ahoga,
le hace crecer, y también que un día amarilleará.
Sabe que la alegría nunca es inoportuna
y que la belleza, aun efímera, nunca es en vano.
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