Como una plácida muerte
El alma cansada,
el corazón descorazonado,
un hilo de vida
que late por pura inercia.
Desnudarse sin prisa
de los vestidos que en los márgenes
ya no nos protegen.
Deshacerse sin esfuerzo
ni oposición,
diluyéndose poco a poco
en lágrimas sin tristeza.
Perderse del todo, sin miedo,
desdibujando los límites de la existencia.
Plácida rendición.
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