Emoción proviene del latín emotio del verbo emovere, mover. Cuando nos emocionamos nos movemos, pero nos movemos literalmente, nuestro cuerpo se mueve: músculos, tejidos, fluidos, neurotransmisores, hormonas… se mueven. De hecho, mientras vivimos, incluso en la más absoluta quietud, el cuerpo está en movimiento. Reconocer nuestras emociones es sentir como cada situación nos mueve internamente. Y el movimiento espontáneo del organismo ante el entorno es pura adaptación, como un animal ante su presa… o ante su depredador. A medida que desconectamos nuestro organismo de la naturaleza perdemos parte de nuestra información, la que el cuerpo conoce intuitivamente. Tiene algunas ventajas para la vida social, pero eso también tiene un coste para nuestro bienestar y nuestra salud. Si queremos conocernos, sentirnos más completos, debemos empezar escuchando y comprendiendo los movimientos y mensajes de nuestro cuerpo que nos llegan también en forma de e-mociones.

 

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