Hacer terapia psicológica no es otra cosa que adentrarse en un@ mism@ para sanar. Es, sin duda, un viaje apasionante y, como todo gran viaje, también incluye algunos riesgos y momentos críticos. A veces,  no encuentras la brújula y no puedes distinguir el norte del sur, el este del oeste. ¡Incluso puedes naufragar y, en la alucinación, no saber si estas en el agua, en la tierra o en el cielo! Tu anhelo te guía, pero a veces todo tu esfuerzo no es suficiente para acercarte a puerto. En esos momentos, aun temiendo caer en una sima, o ante el peligro real o imaginado de ser devorad@ por tu fiera, necesitas echar mano de tu espíritu explorador. Esa actitud que, desde la compasión hacia todo lo que eres, te permite entrar en rincones desconocidos, con cuidado, con curiosidad para adentrarte en nuevos paisajes y, poco a poco, probar si se hunde o no el suelo bajo tus pies.

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