Ir y volver, tomar y soltar, expansión-contracción. Un mismo movimiento único expresado en mil momentos y contextos, como el latido del corazón, el obstinato de la respiración, el baile de la anémona.

Voy hacia ti, el Otro, y me adentro en tu risa o en tu llanto, en tu alegría o en tu dolor, en tu amor. Por un instante, me siento, confiada me entrego.

En segundos la desconfianza y el miedo asoman. Vuelvo a mí, a ese yo tras mis barreras, vuelvo a una seguridad precaria e incierta. Me separo.

Sé, pese a todo, que puedo ir y que puedo volver.

Cuando estoy en mí, entregada y abierta a quien soy y a quien eres, por un instante en el tiempo y fuera de él, entonces surge el encuentro profundo, mucho más allá del miedo y la desconfianza, el encuentro en que tu y yo nos intercambiamos y nos con-fundimos en la certeza y serenidad de la pura vida, la existencia en el amor, existencia rendida, sin condiciones.

 

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