oct 152013

Dudar, abandonar las certezas y mirar con ojos recién lavados, escuchar con oidos que oyen sonidos que nos hacen vibrar, sentir latir el corazón como si nadie nos hubiese herido nunca… y, a la vez, por incómodo y paradójico que parezca,   poder ver las imagenes que no podemos evitar, sentir las heridas que escuecen al curar, y oir el ruido del que no siempre nos podemos aislar. Parece difícil, pero en los momentos que se consigue, es como si toda la vida hubiésemos vivido serenamente en esa intensa existencia contradictoria.

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