nov 202013

Frío

Hacia dentro, calentándonos en el calor del hogar… el hogar interior que deseamos con calorcito de lumbre, olor de caldo o de bizcocho recién hecho, y las caricias, sonrisas, juegos o canciones de mamá, papá. Pero no, a veces, al entrar dentro, sentimos el frío del amor que nos faltó, de la soledad de nuestro niño o niña incomprendidos, el desconcierto y el enfado de nuestra frágil y generosa confianza traicionada; el frío de lo que no tuvimos, de lo que no pudo ser, de lo que nos  faltó. Entonces, suavemente, abrigarse con una manta suave, ir a por leña y avivar de nuevo un fuego, el fuego que nunca se apaga: el simple agradecimiento de estar vivo y ser quien soy, más allá de mi mismo.

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