emociones

feb 042015

la herida y el torniquete

Cuando duele el alma, cuando duele vivir, ponemos en marcha nuestros mecanismos de autoprotección que nos permiten «sobrevivir al dolor». El proceso terapéutico es un fragil equilibrio entre volver a mirar la herida y sostener el dolor. Por eso, el proceso profundo para sanar no se hace en un día. Por eso, entrar en la herida requiere tiento. Saltarse todas las barreras de protección puede ser algo imposible de sostener y retraumatizarnos. Sin embargo, no mirar la herida y quedarse en la barrera sirve como parche, pero no nos ayuda a comprendernos en profundidad y a amarnos completamente, también con nuestro dolor. Nuestros mecanismos de personalidad son lo que un torniquete es a una herida: cuando la herida está abierta es necesario apretarlo, puede salvar una vida. Pero para curar la herida, hay que aflojar el torniquete, mirar la herida, limpiarla -aunque escueza- y aplicar el tratamiento necesario para que de nuevo pueda circular la sangre, fluir la vida.

jun 302014

constelaciones en Barcelona 18 de julio

A veces nos sentimos llevados por una tristeza o alguna emoción intensa que no es acorde a los eventos de nuestra vida. O nos sentimos inevitablemente llevados a repetir una y otra vez patrones o situaciones que nos impiden crecer y vivir felizmente, incapaces (segun parece) de aprender de nuestros errores. Otras veces queremos llevar adelante un proyecto propio (de pareja, de familia, profesional) y se diría que palos invisibles traban nuestras ruedas. O el cuerpo nos habla a través de una enfermedad y no sabemos entender su mensaje. Con las constelaciones podemos acceder a contextos inconscientes y desbloquear amorosamente estos nudos, para que fluya el amor, uniendo aquello que antes estaba separado y llevándonos a una mayor integración y armonía vital.

El viernes 18 de julio por la tarde en Node Nord (Barcelona)

mar 172014

atravesada

Tengo miedo de mi miedo,  de mi rabia, de mi dolor. Aprendí a ignorarlos, los encadené en la más oscura de las oscuridades, y tras capas y capas y capas, puse un papel de colores, y algún lazo. Y ahora, cuando a veces se rompe alguna cadena (ya se sabe), si se desluce el papel o se cae el lazo, todo mi ser vibra de miedo, rabia o dolor… y me permito, en serena rendición, que esas emociones que me pertenecen (sí, también esas) atraviesen mi ser, ese ser que anhela ser completo.