«Los mamíferos aman, el precio de ese amor es el dolor de la pérdida. Calificarlo como enfermedad y dar una pastilla reduce la dignidad del amor y lo sustituye por un ritual superficial médico» Allen Frances, psiquiatra, director del DSM IV

La psiquiatrización del mundo occidental lleva a la infantilización de sus ciudadanos. En demasiados casos, con las pastillas se  evita la responsabilidad ante la propia vida, con amor y con dolor. Eso, da beneficios económicos para unos pocos y hipoteca gravemente la vida de muchos y lastra nuestra sociedad.

(Actualización septiembre 2024) Tras la pandemia, ha aumentado preocupantemente la tasa de jóvenes con problemas de salud mental. No es solo la pandemia, es la consecuencia de una sociedad desequilibrada y disfuncional en muchos aspectos. Los jóvenes están catalizando todo este desaguiso y la medicación es un parche para contener un malestar que tiene muchas dimensiones. Los jóvenes aman, los jóvenes quieren crecer y no saben como hacerlo. La sociedad les aprieta y les consume. El propio consumismo superficial, la sobrestimulación y lo adictivo de las redes sociales les roe las entrañas y les merma la estructura psíquica, aún en desarrollo. Ellos son un síntoma y no van a ser las pastillas quien solucione todo este despropósito social y existencial. Eso sí, mientras no brindemos un apoyo de tribu saludable, las pastillas van a parar el golpe. La pena es que después nadie recoja a los heridos.

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