Perezosamente se levantan los colores del día sobre los tejados y las sábanas. En su belleza, se deshilan sutil y lentamente.

 

Cuando te sientas frágil, sin fuerza, poca cosa, y dudes de ti, recuerda todas las batallas que has librado.

Recuerda cuando eras una criatura, todavía inocente y espontánea, y saliste adelante, a pesar de todo lo que para ti fue demasiado:

demasiados gritos y violencia de los mayores, o  demasiados comentarios que te hacían sentir inútil, o demasiado miedo cuando te dejaban solo a oscuras, o demasiada locura a tu alrededor,  o demasiada enfermedad de los que debían haberte cuidado y no lo hicieron.

Ahora, tienes toda esa fuerza de haber sobrevivido cuando eras sensible e impotente, la sabiduría de la vida vivida y la capacidad de decidir muchas cosas que cuando eras pequeño no pudiste elegir. Ahora es tu momento.

La belleza de lo que fue y ya no es. La belleza de lo que vive gracias a lo que fue.

El tiempo, en su voraz aceleración, se tragó el Espacio. Fue el inicio del Gran Vacío

 

Cuando se percató de que sólo eran cristales rotos, 
los apartó cuidadosamente con las manos, 
y ya no le hirieron más los pies.

La fuerza de la fragilidad es la esencia de la existencia