Azotadas por el viento, mar adentro
las aguas se revuelven con fuerza,
reina el ruido y la confusión.
No hay sur ni norte,
ni este ni oeste. Quizá cerca -o quizá lejos-
el fin del miedo, la inseguridad y el descontrol.
Tras el temporal, los muros
-que se creyeron inamovibles y omnipotentes-
se verán derrumbados…
y la arena de la orilla,
removida, limpia y brillante.
Y dentro, quien sabe,
quizá salgo o alguien habrá conquistado
una nueva fuerza y nueva libertad.